lunes, 27 de septiembre de 2010
La iglesia
La lluvia recrudeció y entramos a la iglesia para guarecernos del frio. La iglesia tenía un color cálido, una tonalidad roja que me aturdía de forma agradable. Me dieron ganas de dormir, los coros en la iglesia, cantados en quechua, se escuchaban suaves y precisos, no me quería ir de allí, pese al frio que sentía por la ropa mojada que me abrigaba.
Había un niño delante de mí que conversaba con una persona mayor en quechua y el solo hecho de oir esa voz rápida pero a la vez calma, me indujo a colocar mi quijada bajo el codo y tratar de cerrar los ojos.
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