jueves, 15 de abril de 2010

Platero (y yo)






Estaba perdido cuando encontré a Platero, junto a su madre, pastando en un reseco erial. Estaba cansado y me senté allí mismo. Platero me observó por un largo rato, y lejos de tenerme miedo, se me acercó con sus preciosos ojos de canica negra de 20 centimos.

Extendí la mano lentamente con una paciencia que no tenía, para tocar esa mata de pelo por debajo de su oreja y cuando lo hice Platero cerró los ojos. Algo dentro de mí se alegró.

Fue triste cuando me puse los zapatos y me alejé de él porque Platero me siguió con la mirada, finalmente me di vuelta pero él ya estaba al lado de su madre, como al principio.

Adiós Platero.

4 comentarios:

Flucito dijo...

Imapagabla

Anónimo dijo...

Precioso el Platero!

Mister Manson

www.calendasgriegas.wordpress.com

Anónimo dijo...

Precioso el Platero!

Mister Manson

www.calendasgriegas.wordpress.com

Gustavo dijo...

Esta buena la historia, aunque un poco triste al final. Yo por eso no le llevo mas el apunte a los perros que hay abandonados por la calle. Si no es como que me siguen, me encariño con ellos y despues me da una re lastima tener que dejarlos y seguir mi camino.