martes, 3 de noviembre de 2009

HuchuyQusqo, casi al final











Después de andar caminando casi por 3 horas hasta llegar a la cúspide de este precioso lugar, descansé un momento, había tratado de tomar el jugo barato de durazno que me había comprado pero su sabor era tan asqueroso, parecía jarabe viscoso, que ni siquiera pude llegar a la mitad del frasco, estaba tibio, además.

Huchuyqusco me gustó más por el paisaje que se podía ver desde sus templos de barro reforzado que por sus mismas ruinas. Me gusta el sonido del pasto seco cuando es pisado. Realmente me sentí al final del camino; antes de comenzar a bajar, quise ir a una iglesia antigua que era, me dijeron ,preincaica, fue suficiente para que la mirara con deseo. Fui tras ella. El camino estaba cargado de espinas y abrojos bien camuflados. En una parte se acabó el camino y tuve que subir casi gateando, me daba miedo caerme pero pude soportar gracias al tronco de un arbol que, visto en perpectiva, se veía maravilloso.

Al llegar al templo no pude creer que la vista fuera aun mejor que 200 metros abajo, pero era así. Casi sin darme cuenta me sonreí, el pequeño templo tenía arboles crecidos y plantas dentro de su recinto, los bordes de su edificación rozaban el precipicio y ahí recien se me vino a la mente la acrofobia, todas las otras ruinas se veían por debajo y ya no eran tan lindas como el paisaje a través de una de las ventanas de este pequeño templo. Tomé casi todas las fotos que están en los tres post anteriores a éste y luego de respirar hondo y tener la mente conectada casi morbosamente con el paisaje, me bajé con mucha dificultad.

Cuando llegué a Huchuyqusqo, revisé las ruinas incaicas con menor interés, luego comencé el camino de regreso, otra vez.

1 comentario:

MILITA BABILÓNICA dijo...

He estado siguiendo tus fotos...
Qué maravilla de lugares!